29 de diciembre de 2010

Los Preludios.- La Traviata - Giuseppe Verdi

Como ya he comentado en otras ocasiones, "La Traviata" es mi opera favorita, obra de una sensibilidad extrema y exquisita en cuanto al mensaje musical que transmite toda la partitura.
Esta obra tiene dos preludios u oberturas. Estos sirven para introducir al oyente en la ambientación general de la obra y generalmente se componen con algunos de los temas principales que escucharemos a lo largo de la representación.
Imaginad por un momento que vais a la Opera provenientes del trabajo, utilizando el transporte publico, o en el automóvil y pasáis un buen rato intentando encontrar aparcamiento. Entráis deprisa en el teatro y cuando os sentáis en la butaca seguís sintiendo el murmullo del resto del publico y empezáis a repasar mentalmente donde habéis dejado las llaves, si habéis apagado el teléfono, etc.
De repente, las luces bajan, y sale el director a presentar a la orquesta. Se inicia la función y comienza a sonar la música.
No será lo mismo ver "El barbero de Sevilla", que "El Oro de Rhin" o "Anna Bolena".
Como ya comentamos, La Traviata, esta inspirada en una obra de Alejandro Dumas, que se titula "La dama de las camelias" en la que se narra el desdichado amor de Marguerite Gaultier, una joven cortesana parisina de mediados del siglo XIX. También se apunta a que fuera el
propio autor quien narrara un amor de juventud y que el protagonista masculino de la obra fuera el propio Dumas.

Bien, nos sentamos en la butaca y comienza a sonar la música.

Los violines llevan la voz cantante con una suave melodía que de repente nos hace olvidarnos de todas esas cuitas que ocupan nuestra mente y nos transportan a un lugar donde parece que la serenidad lo inunda todo, a un lugar en penumbra, un amanecer o un anochecer, con una suave brisa que nos acaricia y que nos conmueve. Un escalofrío nos recorre el cuerpo. Y de repente nuestra mente se queda en blanco, la melodía nos ha atrapado, y nos dejamos llevar al lado de Violetta Valery.

Franco Zefirrelli consiguió dar vida a esta sensación de manera magistral en su versión cinematográfica dandonos un paseo por el Sena al amanecer y seguidamente nos introduce en casa de Violetta Valery en donde varios hombres están recogiendo sus pertenencias.

En el preludio/obertura del primer Acto, escuchamos el tema principal (el famoso leitmotiv que utilizó Richard Wagner hasta la saciedad)... lo escucharemos más al final del Primer Acto cuando Alfredo dialoga fuera de escena con Violeta "Amore palpito, del universo..." y al final de la Primera Escena del Segundo Acto cuando Violetta huye de los brazos de Alfredo "Amami Alfredo, amami quant' io t'amo"...

En este vídeo podemos escuchar a la Orquesta Filarmónica de Berlin dirigida por Carlo Rizzi, con la puesta en escena de Willy Decker durante las representaciones del Festival de Salzburgo en 2005.


En esta producción el regidor da una gran importancia al tiempo, por ello, durante toda la representación aparece un reloj en escena que le recuerda constantemente a Violetta el poco tiempo que le queda.

En el Tercer Acto, Violetta cae enferma de gravedad después de haber sido insultada en público por Alfredo, quien no acepta su generosidad y le echa en cara que halla perdido todo su patrimonio por mantenerle alejado de la vida ociosa de París.

El preludio se inicia con los mismos compases que en el Primer Acto, volvemos a la atmósfera de la casa de Violetta, después de haber terminado el Segundo Acto, en casa de su amiga Flora Bervoix. Pasamos de una gran escena con un gran volumen musical, a una casa en penumbra, y solitaria, donde sólo se encuentran Anna (la sirvienta) y Violetta. La música nos devuelve a ese lugar solitario, nos envuelve y nos transmite la fragilidad de la protagonista. La melodía, según va desarrollandose, se vuelve más dramática, nos indica que Violetta está mal, que está desesperanzada, y que sólo espera el final. Sólo hay un atisbo de esperanza cuando aparece un pequeño fragmento que posteriormente aparecerá, en el diálogo con el Doctor Grenville, refiriéndose a la religión:
"Soffre il mio corpo, ma tranquilla ho l'alma.
Mi confortò iersera un pio ministro.
Religione è sollievo à soffrenti."

"Mi cuerpo sufre, pero mi alma está serena.
Ayer tarde me consoló un sacerdote.
La religión alivia los sufrimientos"
El siguiente vídeo pertenece a la misma producción, donde se puede apreciar la diferencia entre los dos preludios.



Es curioso, que Giuseppe Verdi, agnóstico confeso, atribuyera ese carácter "redentor" a la religión. Seguramente tuvo que ver todo el tiempo que pasó durante su juventud en contacto directo con la liturgia eucarística durante su aprendizaje como organista en su Busetto natal.


No hay comentarios:

Publicar un comentario